jueves, 15 de marzo de 2012

Ponencia; "La biografía de las cosas".





La biografía las cosas


Al igual que las personas los objetos  nacen, permanecen un determinado tiempo en la vida de las personas y finalmente son descartados y continúan su camino hacia la muerte como desechos. Llegan a nuestras vidas de maneras muy diferentes, bien sea que los compramos nosotros mismos, fueron un regalo o simplemente aparecieron en nuestro mundo. Pero la historia de ese objeto que ahora pretense a alguien, en algún lugar, en algún momento, no empieza desde que está en nuestras manos, esa biografía, esa historia empieza a escribirse cuando este objeto apenas es una idea, al igual que cuando una pareja que planea tener un hijo.

La concepción de una idea y de un potencial objeto es trabajo de los diseñadores, darse cuenta de qué necesita la gente o qué simplemente los haría feliz tener, así no lo necesiten o deseen. Es así que luego los objetos llegan a las manos de las personas y empiezan a formar parte de la vida diaria o eventual de las éstas. Algunos objetos pueden significar mucho o muy poco para alguien, algunos hablan con ellos e interactúan como si éste los escuchara y entendiera, y así las persona viven y conviven con sus objetos personificados. Pero sí, los objetos a pesar de que no oigan, ni vean ni entiendan, se comportan de una manera determinada dependiendo de las circunstancias, pues somos nosotros mismos quienes les damos diferentes significados.

Esta personificación que le damos a las cosas, así nos parezca absurdo pensarlo, está presente en la vida diaria de las personas, todos siempre se dan cuenta que de hecho sí tratamos los objetos como si fueran personas y que estos responden dependiendo del trato que les demos. Un ejemplo que no esta muy lejos de nosotros son los televisores que había en los hogares hace algunos años, cuando estos dejaban de funcionar o su imagen de distorsionaba por momentos, la mejor solución era pegarles suavemente  y estos inmediatamente seguían funcionando, lo que funciona en una persona como un regaño cuando no esta realizando lo que debe hacer. Sin darnos cuenta le hablamos a nuestras cosas, muchas veces es cuando queremos que funcionen de una determinada manera, y en algunos casos es cuando los objetos se encuentran dañados o sufren de fallas, por ejemplo un señor que antes de encender el radio de su carro le dice; “prende por favor”, pues éste tiene un mal contacto en alguno de sus cables y a veces al encenderlo el contacto se hace o a veces no.

Yo, por ejemplo, tengo una impresora hace 3 años, que había funcionado muy bien hasta hace algunos meses, yo nunca le hablé, porque no tenía un gran significado en mi vida y porque nunca me había fallado. Pero me di cuenta de que; sí personificamos los objetos cuando le dije a mi hermano, “esta impresora imprime cuando quiere”, y de hecho lo hace, a veces sí, a veces no, a veces tan solo imprime unas partes. Fue en ese momento que pensé, yo estoy pensando que mi impresora tiene voluntad propia, algo que es absurdo pensar, pero que es lo que hacemos día a día con nuestras cosas. Y como estos existen ejemplos de los cuales no nos damos cuenta en nuestro diario vivir, pero que existen y ocurren.

Y es con todos estos vínculos que creamos con los objetos que los diseñadores deberíamos diseñar. Es la historia de los objetos en la vida de las personas lo que debería ser estudiado más detenidamente por los diseñadores a la hora de pensar o concebir un objeto para una persona en un cultura y en un momento. Buscar cómo esos lazos que creamos con los objetos determinan el comportamiento de las personas. El diseño emocional hace un primer acercamiento a esto, sabe que lo más importante en un objeto es como este interactúa y se relaciona con su usuario y con su entrono. Donald Norman en su libro “Diseño Emocional”  hace muy clara esta relación cuando habla de las tres teteras, que aunque las tres tengan una misma función, tienen momentos de uso diferentes y así mismo las trata de maneras distintas. Como lo dice el libro “Antropología del diseño” no hay objetos sin sujetos, es decir; el significado real,  y final se lo otorga el usuario, no el diseñador, pues este puede darle una función y un significado, pero el obejto siempre va a ser interpretado de maneras diferentes por cada dueño o usuario.

Pienso, que el éxito de un objeto radica en que éste, con una función determinada, sea utilizado de la manera en que el diseñador lo planteó, pensó y proyectó, ya que cuando alguien tiene un usuario determinado y lo conoce exactamente; como vive, como se relaciona, como interactúa con sus pertenencias, como se comporta, y así mismo conoce el contexto donde este potencial objeto va a vivir, pues el objeto será utilizado como y para lo que el diseñador lo concibió. Posteriormente puede ocurrir en la vida de algunos objetos que estos cambien de dueño, ya sea por robo, o porque simplemente una persona se lo dio a otra, estos inmediatamente cambian de significado, pues su nuevo propietario tiene formas de pensar diferentes y pertenece a una cultura diferente a para la cual objeto fue pensado, es aquí que aparecen los usos que el diseñador nunca pensó que se le fueran a dar a su creación.

Con todo lo anterior podemos concluir que los objetos son la escenografía de nuestras vidas, que estos tienen al igual que las personas, una biografía, una historia de vida, donde adquieren miles de significados diferentes dependiendo de la etapa en la que se encuentren. Que para que un diseñador pueda crear objetos debe conocer antes que nada su usuario, cómo éste se relaciona con sus objetos, y el contexto donde la a vivir el objeto, para que así el diseñador pueda determinar hasta el más mínimo detalle de éste, como van a ser esos vínculos y lazos que se van a crear entre el objeto y su usuario, incluso cómo y cuándo va a ser el momento en que el objeto va a morir.

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